Por Pablo Cúneo
Ya podemos ir viendo entonces que en el grupo de los Judas que llevan el nombre de figuras queridas y admiradas se da el mismo mecanismo que permite al niño preservar de la castración a dichas figuras.
¿Podemos encontrar el mismo sentido de la práctica en el grupo de Judas que representan a Iscariote?
Frazer nos describe la práctica de
En este mismo sentido puedo aportar datos de mi propia observación. Así en una de las quemas que presencié, antes de que se sacara el muñeco para ser quemado un niño se colocó donde iba a ser puesto el muñeco y con los brazos extendidos como si estuviera crucificado dijo: “este es el Judas”. Terminada la quema del muñeco otro niño dijo refiriéndose a Judas: “para mi era un hombre bueno, porque si Dios era bueno y lo mataron y los Judas también se cuelgan sería como cuando murió Dios”.
Podemos ya suponer que la figura amada y admirada que se encuentra tras Iscariote no es otra que la de Jesús.
-Viviana de 10 años y Paula de 8 son hermanas y relatan como queman al Judas.
E- ¿Cómo lo queman?
V- en una cruz.
E- ¿y la cruz como la hacen?
V- con palos.
E- ¿dónde lo ponen al Judas?
V- al Judas lo ponemos atado en los brazos, atado a la cruz y después le ponemos bombas adentro.
Al investigar la figura representada por el muñeco obtuve de Viviana lo que sigue.
E- ¿tiene nombre?
V- no, no le pusimos nombre.
E- ¿y por qué se llama Judas?
V- para mí porque lo mataron el 24 de diciembre.
E- ¿a quién?
V- al Judas.
E- ¿al Judas?
V- si, me lo dijo mi padre, me dijo cerca de Cristo pero ya no me acuerdo.
Obsérvese ¡qué cerca!, para usar las palabras de Viviana, está Judas de Jesús. Ocupa su lugar, es quemado en la cruz y confundido con éste.
Ahora bien, Viviana no solo confunde a Judas con Jesús, cuando responde “lo mataron el 24 de diciembre” también confunde la fecha en que este último fue muerto con la de su nacimiento. Ya vimos la inversión de la práctica de
Hemos hallado, pues, que los dos grupos de Judas constituyen una misma unidad de sentido tras las oposiciones manifiestas. En ambos grupos los Judas sustituyen a una figura amada y admirada que preservan de la castración.
La siguiente entrevista permite profundizar y comprender aún más, qué trata de preservar el niño en la Quema.
-Se trata de un niño de 13 años cuyo nombre como se verá dejamos al final no por capricho.
E- ¿le pusiste nombre?
J- Sebastián.
E- ¿por qué?
J- no se.
E- ¿conoces algún Sebastián?
J- si, un amigo.
E- ¿qué haces con el muñeco?
J- lo quemo, lo lleno de bombas.
E- ¿y por qué se quema, escuchaste algo?
J- si, porque lo crucificaron a Judas.
E- ¿a quién?
J- al Judas.
E- ¿y por qué se llama Judas?
J- debe ser por algún niño.
E- ¿tu cómo te llamas?
J- Jesús.
Luego de quemar al muñeco en lugar de su amigo Sebastián, nuestro joven entrevistado Jesús, coloca al Judas en el lugar del Jesús bíblico para escapar así de ser crucificado él mismo. La respuesta que da al preguntársele sobre el nombre de Judas lo dice todo “debe ser por algún niño”.
Se trata de un niño de 11 años que según él quema al Judas para evitar la mala suerte.
E- ¿le pusiste nombre?
C- Alejandro.
E- ¿por qué?
C- porque es mi segundo nombre.
E- ¿le pusiste por eso?
C- si.
E- ¿tu primer nombre cuál es?
C- Cristian.
La práctica de
No sorprende encontrarnos pues con leyendas de Judas que hacen de éste un verdadero Edipo con su propio mito de nacimiento de héroe. Según nos dice A.Boureau
En el marco de este contexto no sorprende encontrar niños (un porcentaje menor de los entrevistados) que identifican a los judíos con Judas. He observado que esta identificación se da en ambos grupos de Judas, ya sea cuando Iscariote o directamente los propios judíos aparecen como los asesinos de Jesús, como cuando el muñeco lleva nombres de figuras admiradas donde también el nombre de Judas es asociado a los judíos. En este segundo caso observé Judas que llevan los nombre de amigos, del padre y de figuras famosas de la televisión.
Veamos la siguiente entrevista que permite observar el lugar del judío en continuidad con nuestro análisis de la práctica, a la vez que muestra la angustia que se mueve en los niños.
-Gerardo de 9 años estaba terminando de coser los pantalones del muñeco, mientras Nelson de 8 años apodado el mono y Mario de 9 jugaban y pedían plata acompañados por otros niños.
E- ¿le pusiste nombre?
G- si.
Otros niños- Serafín.
G- le puse Nelson.
E- ¿conoces a alguien con ese nombre?
Otros niños- si, el mono (señalan con risas al niño que está al lado de G).
G- si, el mono (hay risas de todos), ¡ah, yo no se coser esto!
E- ¿por qué te parece que se llama Judas?
G- porque es un muñeco.
M- porque mató a…
N (el mono)- por los judíos.
M- porque mató a Jesús (M termina la frase interrumpida por N).
G- ¡ah!, qué estúpido, porque es judío no, porque es un muñeco y porque se le puso Judas de nombre.
M- porque es un podrido, es un asesino.
G- señor está diciendo pavadas (se refiere a lo que expresó M).
Otros niños- a Jesús mató, mató a Jesús.
Mientras Gerardo le puso al Judas el nombre de su amigo Nelson, éste ante la angustia de castración al ser el Judas, es decir viviéndolo como su propio fin como lo expresan los demás niños al decir que Judas es Serafín, lo identifica con los judíos. A su vez Gerardo angustiado no puede seguir cosiendo el muñeco mientras intenta convencernos a todos que el nombre Judas tiene que ver con el muñeco como tal y con nadie más.
¿Se puede considerar la práctica de
Sería un error calificarla como tal, el tipo de respuestas y la proporción de las mismas así lo muestra. El punto central, y esto depende de la educación, es si los judíos quedan identificados o no con Judas.
La práctica debe comprenderse desde un sentido más amplio como una oportunidad de expresar la conflictiva edípica con su consiguiente angustia de castración. Así, la tradición judía tiene su propio “rito de
Freud señaló la angustia de castración debido a la circuncisión como explicación del antisemitismo, comprenderla en el marco de aquella estructura que el descubrió en cada ser humano y en la cultura es continuar por el camino abierto por él.
El falo es el significante de la castración nos dice Lacan, pues bien, el judío aparece como el significante de la castración -como no podía ser de otra manera- en una civilización que ha hecho de un hijo de este pueblo su Dios e Hijo Divino.
Bibliografía
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