17 janeiro 2007

LA QUEMA DEL JUDAS - (1)

por Pablo Cúneo

Un estudio psicoanalítico*

El descubrimiento y traducción del manuscrito encontrado en Egipto que data del año 300 d.C., conocido como el Evangelio de Judas, en el que Judas Iscariote aparece cumpliendo su misión a pedido del propio Jesús, supone un cambio radical de la imagen que tenemos de él dada por los evangelios canónicos. Este hecho hizo que sacara de las sombras un estudio que ya tiene varios años y que me llevó otros tantos de investigación y del que doy aquí una síntesis.

Mito y rito parecen unirse en esta práctica conocida en América como la Quema del Judas y que en el Uruguay nos depara una serie de sorpresas al compararla con la del resto de las Américas.

Con la conquista y colonización por parte de españoles y portugueses de los territorios americanos se introdujo desde el Viejo Continente la práctica de la Quema del Judas, en una extensión que va desde los actuales territorios de los Estados Unidos que antes formaban parte de la Nueva España hasta América del Sur.

La práctica consiste en la fabricación de un muñeco, el Judas, que luego es destruido el viernes, el sábado o el domingo de Semana Santa en los países de América, salvo en el Uruguay en que el muñeco es quemado en Navidad a las 12 de la noche del 24 de diciembre, aunque también puede vérselos quemar el 31 de diciembre a diferencia del pasado en que también se lo quemaba en el día de San Juan.

Con la colaboración de varios folkloristas americanos, Nieves de Hoyos Sancho (1950) publicó en 1950 en España una detallada descripción del rito, fundamentalmente en México, Argentina, Brasil y Perú, aportando datos a su vez de República Dominicana, Cuba, Nicaragua, Bolivia, Venezuela y Chile. Hemos consultado también otras folkloristas que hicieron una descripción detallada de la práctica en sus propios países, entre otros: Gustavo Barroso (1927), A. Maynard Araújo (1964), Wilson de Lima Bastos (1973), Olivares Figueroa (1949), Oreste Plath (1962), Luis Gonzalez Obregón (1911).

Todos ellos destacan que el Judas es destruido ya sea como representante de Iscariote o de algún personaje odiado y rechazado de la sociedad que da nombre al muñeco. Así por ejemplo en Brasil, W. de Lima Bastos dice que los Judas retratan personajes “merecedores de repulsa y execración popular, muchos del ámbito nacional e internacional”. Como representante del mal los Judas también son identificados con el diablo, N. de Hoyos Sancho nos da esta descripción de México: “son horrorosamente feos y tienen barba y cuernos” agregando que algunos llevan letreros que dicen “soy el hijo del diablo”.

Todas las descripciones apuntan también a la saña con que el muñeco es destruido; muchas veces no es quemado, sino que es destruido a palos y a golpes con los pies y los puños, y a veces con piedras o tironeado hasta que se hace pedazos. Ya se lo haga con fuego o a golpes la suerte que le depara al Judas se vive como una verdadera fiesta, expresándose con gran algarabía y en muchos lugares su destrucción se acompaña con bailes y bebidas.

Por lo visto hasta aquí, la práctica de la Quema del Judas parece tener una lógica y coherencias internas evidentes: el Judas es destruido ya sea como representante de Iscariote o de algún personaje odiado y rechazado. Sin embargo el estudio del rito en Uruguay nos depara una gran sorpresa, justamente aquí, en donde la práctica muestra una inversión: el Judas es quemado en la fecha del nacimiento de Jesús y no en la de su muerte.

El estudio Un vintén p’al Judas realizado por Ramón Paradella (1955) en Montevideo durante los años 1953 y 1954 constituye un punto de referencia fundamental para nosotros, pues además de los Judas odiados y repudiados el autor describe otros, lo que lo lleva a realizar una clasificación de los Judas en tres grupos diferentes según el nombre que les dan los niños entrevistados.

El primer grupo está formado por Judas satíricos o festivos construidos según el autor, sin otra intención que la simple diversión; el segundo grupo, coincidiendo con lo ya visto, consiste en los Judas que representan a personajes odiados, mientras que el tercer grupo -y esto es lo sorprendente y que hace de este estudio algo totalmente nuevo- está constituido por Judas que representan a personajes queridos y admirados. Paradella lo describe así: en el grupo 3º incluiríamos a aquellos muñecos que se han hecho en honor a personas reales, vivas o muertas, por quienes el constructor tiene o siente una estima particular y en ciertos casos un ansia de imitación. Dentro de esta categoría estarían los Judas que los niños le han dado el nombre de sus amigos y aquellos personajes que han despertado en ellos la admiración, como en el caso de determinados deportistas”.

Nombres de ídolos del fútbol como Julio Perez integrante de la selección uruguaya campeona del mundo en 1950 en Maracaná y Juan Eduardo Hohberg héroe de la selección que disputó el mundial de 1954 y que le dio con sus 2 goles el empate transitorio a Uruguay contra Hungría, son los que encontramos en el trabajo de Paradella, además de otro Judas que lleva el nombre de Gardelito en honor obviamente de Carlos Gardel.

Reflexionando sobre este grupo de Judas que llevan el nombre de figuras queridas y admiradas dice el autor: “se trata ahora de quemar algo que se quiere, se estima, se admira y en muchos casos se ansía imitar”, hecho que considera un contrasentido.
Como puede observarse la suerte que les depara a los judas de este grupo no difiere de la de los demás.

* Publicado en Relaciones nº 271, diciembre 2006.

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